El movimiento nacionalista del País Vasco se inspiró en el movimiento catalán, aunque tuvo una génesis diferente. En 1876 se abolieron los fueros vascos, y aunque en 1878 se intentó compensar el agravio con la creación de los Conciertos Económicos que permitían a las provincias vascas mantener un sistema exclusivo de autonomía fiscal, surgió un movimiento en defensa de los derechos históricos y de las instituciones suprimidas que comenzó con la afirmación de la lengua vasca y de las particularidades regionales.
En 1890, Sabino Arana, proclamó que los vascos, en razón de su raza, religión, lengua y costumbres, constituían una nación particular e independiente del resto del España, y convirtió la tradicional reivindicación de los fueros en símbolo de la soberanía vasca. Fundó el periódico Bizkaitarra desde el que idealizó el mundo rural y defendió la necesidad de una “euskaldunización” de la sociedad, y el uso del euskera como lengua nacional.
En los últimos años de siglo, el discurso de Arana se suavizó señalando que la lucha por la autonomía debía hacerse desde la legalidad y dentro de la unidad del Estado español. Esto le hizo ganar calado social al entrar en contacto con grupos de la derecha católica local y por el temor de la clase vasca capitalista ante la radicalización de la lucha obrera.
En 1902, Arana fue elegido diputado provincial por Bilbao. Este acontecimiento y el cambió de su discurso permitieron la incorporación del movimiento nacionalista vasco al sistema político vigente. Con ello se abrían dos posturas diferentes: una posibilista autonomista, bien respaldada por una sólida estructura clientelar, y otra independentista antiespañola y visceral. |