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Especias |
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2. Pimienta |
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Los trabajadores de los muelles de Londres a finales de la Edad Media tenían una norma para su atuendo: “NO POCKETS AND NO CUFFS”. Es decir, no podían llevar ropa con bolsillos, ni vueltas en el bajo de los pantalones. Esta extraña norma tiene una clara explicación. Para evitar el robo de un simple gramo de pimienta, los trabajadores del muelle tenían que evitar la tentación, y no podían vestir ropa con bolsillos o en caso de tenerlos, deberían estar bien cosidos.
El valor de un grano de pimienta era muy elevado. La pimienta era la más cara de las especias y de ahí que fuera un bien tan preciado. Ya en el siglo XI había ciudades que mantenían sus cuentas en pimienta, impuestos y rentas se valoraban y pagaban en esta especia, y un saco de pimienta valía la vida de un hombre. Había familias que entregaban la dote de sus hijas en pimienta. Algunos reyes bárbaros tan célebres como Atila o Alarico exigieron pimienta como parte del rescate de Roma.
Aunque el comercio se cortó en buena medida tras la caída de Roma, los viajes de los cruzados reavivaron el interés por las especias en general y por la pimienta en particular. A partir de entonces, la pimienta fue el centro del comercio de las especias. Génova y Venecia fueron las potencias navales dominadoras de este comercio. Seguían una tradición comercial que partía de la India, zona de producción de esta especia, y que seguía el resto de la ruta de las especias hasta alcanzar la costa mediterránea oriental.
La pimienta constituía el producto de mayor importación de Europa. Se ha calculado que los europeos llegarían a consumir del orden de seis millones y medio de libras al año, aproximadamente unos tres millones de kilogramos. Sus usos no se limitaban simplemente a la cocina. La pimienta se usaba también como tónico, estimulante, repelente de insectos o afrodisíaco. Su gran importancia como factor del desarrollo del comercio, y, por tanto, en los inicios del capitalismo en la Baja Edad Media, ha llevado a expresar con humor e ironía al historiador Carlo M. Cipolla, el papel de la pimienta como “motor de la historia”. |
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