Los problemas sociales derivaron de la industrialización y de una estructura de propiedad de la tierra muy desigual e injusta. La respuesta del movimiento obrero se canalizó a través del anarquismo y el socialismo. Con raíces en el siglo XIX, fue durante el reinado de Alfonso XIII cuando ambos movimientos rivales se consolidaron.

Los anarquistas predominaron en el campo andaluz y entre los obreros industriales de Cataluña. En 1910, un conjunto de sociedades obreras crearon la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), de carácter anarcosindicalista. Lucharon por conseguir una sociedad libertaria mediante la acción directa. Con un sentido más extremista, en 1927 se fundó la Federación Anarquista Ibérica (FAI).

Los socialistas, además del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), crearon también su sindicato: la Unión General de Trabajadores (UGT). Tuvo presencia en toda España, pero destacó en la industria siderúrgica y minera del País Vasco y Asturias y entre el proletariado madrileño. Más adelante consiguió extenderse al campo andaluz, en competencia con los socialistas.

El Partido Comunista de España (PCE) surgió como escisión del PSOE en 1920. Apenas tuvo relevancia en estos años por su escasa implantación.

La conflictividad social aumentó mucho a partir de 1917. La neutralidad española en la I Guerra Mundial produjo grandes beneficios empresariales, pero también carestía para la mayoría de la población. En ese contexto hay que situar:

• La huelga general de 1917.
  
  
• El llamado “trienio bolchevique” en el campo andaluz (1917-1919).
  
  
• El fenómeno del “pistolerismo” catalán, con enfrentamientos a tiros entre miembros de los sindicatos libres (al servicio de los patronos) y del sindicato único anarquista. Dejó un reguero de muertos y se prolongó hasta la llegada de la Dictadura.