El término regeneracionismo encuadra las críticas al sistema de la Restauración y acoge tendencias distintas. Se originó en medios intelectuales y acabó por crear un estado de opinión muy generalizado tras el Desastre del 98.
Su principal teórico fue Joaquín Costa. A sus planteamientos se sumaron muchos intelectuales de la época, como Unamuno, Maeztu, Ortega o Azaña, aunque tuvieron evoluciones muy diversas. Llegó a influir en políticos de la Restauración, como Maura.
La reflexión regeneracionista sobre el “problema español” se puede sintetizar en tres puntos:
- Un diagnóstico pesimista sobre el pasado español. La historia de España es contemplada como un proceso que desembocaba en una “nación frustrada”. Costa llegó a decir que era necesario “fundar España otra vez, como si no hubiera existido”. Las supuestas hazañas de ese pasado debían revisarse: “doble llave al sepulcro del Cid”.
- La solución a los problemas de España había que buscarla en Europa. Los países más avanzados del continente europeo aparecían como una realidad que gozaba de riqueza material, orden social, auténticos sistemas parlamentarios y de una expansión popular de la cultura.
- El sistema político de la Restauración lo resumió Costa en dos rasgos negativos: oligarquía y caciquismo. El país estaba dirigido por una “minoría absoluta, que atiende exclusivamente a su interés personal, sacrificándole el bien de la comunidad”. El pueblo carecía de sentimiento activo de ciudadanía y necesitaba un “cirujano de hierro”, especie de dictador altruista que lo sacase de su apatía.
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