El 13 de septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña Miguel Primo de Rivera, dio un golpe de Estado. Alfonso XIII se apresuró a aceptar el pronunciamiento y encargó al general sublevado la formación de un nuevo Gobierno o Directorio compuesto exclusivamente por militares.
Se trataba de implantar -con carácter provisional- gobierno autoritario, suspendiendo la Constitución, el Parlamento y los partidos políticos. Todo ello bajo el amparo de la monarquía.
La actitud de la población ante el golpe osciló entre la satisfacción y la pasividad. La burguesía (especialmente la catalana) pensaba en un rápido restablecimiento del orden. Muchos españoles vieron en el pronunciamiento el ideal “regeneracionista” de poner fin a la corrupta “vieja política”. Dentro del movimiento obrero, los socialistas adoptaron una posición expectante y cauta, y sólo los anarquistas trataron de ofrecer resistencia.
La oposición a la Dictadura -débil en un principio- fue creciendo a medida que la situación se prolongaba.
La evolución política de la Dictadura pasó por distintos periodos: el Directorio militar, el Directorio civil y el intento frustrado de vuelta al orden constitucional, que desembocará en la proclamación de la II República. |